No hay engaños. Pero éste será el segundo plato. La jornada arranca con otra carne noble, esta vez de ave. Magret de pato a la plancha. Sin estridencias, con un puré de cereza todo lo más. «La carne de calidad no necesita grandes adornos». Para esta textura de carne Nuria Pérez, de Clos Cor Ví, se ha decantado por el monovarietal de Riesling. Aromáticamente una bomba. En boca, pura suavidad. Llega el turno de la carne madurada. La atemperan en la plancha de canto. Es un ritual que repiten una y otra vez. Hasta que alcance la temperatura de un humano con poca fiebre, 37,5 grados. De ahí a la plancha girando cuantas veces sea necesario hasta alcanzar en el interior los 50 grados. El proceso es mimar absolutamente la carne. Un espectáculo a la vista. Llega a la mesa y le espera, en manos de Nuria, el Viognier de Clos Cor Ví. Un vino complejo que brilla con la carne, limpiando el paladar e invitando a un nuevo bocado. La fusión es espectacular. Se percibe en el rostro de Nuria y Roberto. Han logrado el propósito. Hemos roto moldes. La buena carne se puede medir a un buen blanco. La Firma y Clos Cor Vi, lo rúbrican.